miércoles, 11 de noviembre de 2009

Jóvenes por siempre.


Somos jóvenes. Los que ahora son adultos alguna vez lo fueron. Después de algún tiempo algunas personas empiezan a canear debido al transcurrir de los años, a las enfermedades y los problemas que los afligen -que nunca faltan-. Pero si mantienen su corazón lleno de aspiraciones, no podrán dejar de ser jóvenes. Por eso vamos a catalogar a la juventud como «un gran don que perdura durante toda nuestra existencia»


Sentimos la juventud, la expresamos y la vivimos en carne propia. Somos los principales protagonistas de esta maravillosa experiencia y aún cuando éramos niños nuestra máxima ilusión era ser jóvenes. Este anhelo ya es realidad. Ahora que la experimentamos estamos muy conscientes de las cosas complicadas y complejas que nos esperan para ponernos a prueba. Pero saldremos adelante.


Nos sentimos muy solos. Queremos que nos escuchen, que nos dediquen más tiempo. Tenemos tantas ganas de vivir y sobre todo de ser felices -a pesar de lo que sucede, que no nos es ajeno-. Tenemos muchos sueños, metas y esperanzas, sobre todo muchísimas ganas de actuar en este mundo. No tenemos espacios propicios para desarrollarnos social ni culturalmente.


Ustedes, los adultos, nos critican mucho, «que no hacemos nada», pero no es así; traemos muchos sueños pero nos tocó vivir en un entorno rodeado por el escepticismo y el pesimismo. Lo que nos enseñan, «sálvate si puedes» y otros muchos paradigmas, no nos brindan más salidas que acudir al alcohol, las drogas o cualquier otra distracción como válvulas de escape ante la problemática de este mundo que vemos como se destruye cada día y nosotros con él..


No nos juzguen ni nos culpen de los errores, en definitiva, no son ni de ustedes. Les participamos estos interrogantes: ¿no ven que los necesitamos?, ¿acaso ustedes nunca fueron jóvenes?, ¿no sintieron nuestras mismas necesidades? Vamos a expresar el máximo anhelo que tenemos los jóvenes: ver un mundo nuevo, crear una nueva nación, luchar por conquistarla eliminando la indiferencia, el egoísmo, la corrupción, y demás antivalores que afectan de manera tan fuerte a nuestra degradada sociedad.


Para lograrlo tenemos muchas preguntas. Por eso debemos actuar juntos, dialogar, concertar, expresar lo que ustedes quieren y lo que buscamos construir nosotros. Debemos admitir que los jóvenes cometemos un grande error: la falta de organización. Algunos de nuestra generación anhelamos cambiar las cosas, en cambio otros son indiferentes, no les importa nada, no quieren sentir el sufrimiento de nuestra tierra. Tal vez la falta de apoyo los tiene así. Hay jóvenes con distintos talentos para muchos oficios o actividades, pero se ven estancados porque no hay apoyo, sobre todo en lo económico. Otro factor que nos vuelve incrédulos es la politiquería. Otra cualidad nuestra es que iniciamos toda empresa con mucho ánimo, pero no somos constantes, decaemos poco a poco, pues anhelamos resultados inmediatos.


Queremos llamar la atención, por eso buscamos realizar cosas innovadoras, fuera de lo común. No queremos ser rechazados. En lugar de juzgarnos, criticarnos y recriminarnos, queremos que ustedes estén dispuestos siempre a escucharnos y a darnos una oportunidad, para ser partícipes de un posible cambio de este bello lugar.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

En la Universidad.

Una vez me encontraba tranquilamente distraído en la mañana de un día cualquiera. De repente sentí una mirada que me fulminaba desde lejos. Era Mary, una compañera de clases con la que no simpatizaba mucho.

Tras unos minutos de no saber qué hacer o cómo responder, decidí encarar a la molesta observadora. “¿Qué pasa, qué me quedas viendo?”, le dije en tono insultante.

Ella solo atinó en responder: “No, lo que pasa es que el sábado es mi cumpleaños y no sabía cómo hacer para invitarte a mi fiesta”.